El violeta de la lavanda, el escarlata de la amapola y el amarillo dorado de los setos que bordean las autopistas de la capital española estaban en plena floración. Madrid vivía su primavera típica con lluvias y con clima combinado de días frescos y cálidos, justo la temperatura para tener una campiña colorida, donde las plantas formaban mosaicos de colores intensos, donde cada familia vegetal parecía aglutinarse, para poblar lotes baldíos, espacios de fábricas, algunas en operación y otras abandonadas de los corredores industriales, que circundan la gran urbe, capital y sede del asiento de la monarquía borbona post-franquista que ahora rige España con gran auge económico, cultural y educativo. Visitar en esta época la madre patria fue agradable, porque permitió caminar por sus barrios antiguos cargados de historia tan íntimamente ligada con Latino América y con el pasado morisco sin los calores y la sequía del verano.
Visita a la Universidad Carlos III de Madrid. Vine a estas tierras del otro lado del Atlántico, a dar algunas conferencias y un seminario en la Universidad Carlos III, una institución relativamente nueva, fundada en 1989, que cuenta ya con un prestigiado Departamento de Documentación y Bibliotecología, donde ofrecen dos programas de maestría y doctorado que son los únicos hasta ahora en ser acreditaros y certificado por los entes del ramo español. Mi tema central fue exponer los proyectos de investigación y experiencias en el campo de desarrollo de competencias informativas, las primeras ligadas a IFLA y la UNESCO y las segundas a la Universidad Veracruzana. La universidad anfitriona es dinámica y funcional, con bibliotecas centralizadas, algo no común en las instituciones antiguas, con servicios de vanguardia. El programa bibliotecológico incluye niveles de licenciatura, diplomatura, maestría y doctorado. Cuenta además con diversos grupos de investigación, cuyas actividades se sitúan en el marco de actuación del Instituto de investigación «Agustín Millares» de documentación y gestión de la Información, en el que fui admitido como investigador extranjero por invitación el año pasado. Tuve interacción a través de conferencias con alumnos de todos los niveles, además con los grupos de investigadores y los directivos de las bibliotecas.
Estancia en el hostal estudiantil. Estuve alojado en la residencia estudiantil, donde dan albergue también a profesores visitantes. El lugar cuenta con un edificio para más de 300 estudiantes, con instalaciones espartanas, con precios bajos y comidas hechas en serie con menús para jóvenes que pueden quemar muchos carbohidratos. El sitio es limpio pero austero, sin televisores o radio, así que el medio de comunicación mayor fue Internet, cuya conexión y velocidad fueron excelentes.
Recorrido por la Universidad Complutense de Madrid. Además tuve la oportunidad de recorrer tres bibliotecas de la Universidad Complutense, una añeja casa de estudio heredera de instituciones tan antiguas como la de Alcalá de Henares y otros colegios superiores que se crearon en la edad media, en los albores de la educación universitaria tanto de España como del resto de Europa. Tuve una charla con el director del sistema bibliotecario y el responsable de una de las áreas administrativas, que acaba ser electo miembro de la Sección de Alfabetización Informativa de IFLA, quien me dio amplias atenciones en el recorrido por sus oficinas y parte del extenso campus, que comparte la Complutense con la Universidad Politécnica.
Caminata por la ciudad. La semana de actividades académicas no me permitieron salir de lunes a viernes, ya que la Universidad Carlos III está ubicada en Getafe, un pueblo en las orillas de Madrid, por lo tanto el fin de semana previo lo aproveche para dar un recorrido por el centro con la guía del Doctor y Profesor Miguel Marzal García-Quismondo mi anfitrión. Caminamos desde el Palacio de Oriente hasta el Museo del Prado, haciendo paradas y recorridos de calles, callejones, y plazas a lo largo del camino, tomando como atajo el barrio de las letras, ahí donde Tirso de Molina, Cervantes y otros grandes literatos del gran Siglo de Oro español vivieron, habitaron y crearon sus remarcables obras literarias.
Visita a Alcalá de Henares. El siguiente fin de semana, me acompaño la Profesora Carmen Jorge, para ir a Alcalá de Henares, un sitio denominado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Sus atributos arquitectónicos de la época medieval la hacen una delicia para caminar, sus calles angostas, donde alguna vez los ya citados literatos del Siglo de Oro Español estudiaron y caminaron en sus mocedades, están flanqueadas de nobles casas que guardan los secretos de sus otrora moradores. El gran hijo pródigo de Alcalá es nada menos que Miguel Cervantes de Saavedra, quien nació en este pueblo, considerado por los locales como la primera ciudad universitaria, es decir creada por y para la Universidad de Alcalá de Henares en la edad media. Su viejo recinto es el escenario de la entrega anual del Premio Cervantes a los más brillantes literatos de Ibero-América, un año para un español y otro para un latinoamericano, entre ellos el penúltimo galardonado, fue Sergio Pitol, profesor de la Universidad Veracruzana, y en años más pasados a Octavio Paz y Carlos Fuentes.
Corolario. En conclusión, el viaje fue rico en intercambio de experiencias profesionales con los colegas de la Carlos III, así como una oportunidad promover y contactar a cuatro ponentes para el Coloquio ALCI, y las próximas Jornadas Mexicanas de Biblioteconomía a celebrarse en Chihuahua, quienes podrán potencialmente compartir sus conocimientos en dichos eventos. El viaje fue también rico culturalmente, entre ellos la sobresaliente y obligada visita al gran Museo del Prado, que tenía una regia exposición sobre pinturas de Tintoreto, ese prolífico pintor veneciano del renacimiento, amén de sus permanentes estrellas españolas: Velázquez, el Greco y Goya, entre muchos otros nombres. Visitar Madrid, no importa cuantas veces se haga, es siempre agradable, especialmente en primavera cuando sus alrededores se pintan de colores.