Medellín, Colombia – Tierra paisa

mayo 6th, 2009 by Jesus Lau

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Desde esta sala medio oscura del aeropuerto de Medellín, les reporto mis experiencias.  Me levanté en las tiernas horas de esta mañana, a las tres y media de la madrugada.  Me dejé caer de la cama todavía dormido para ir al baño y darme un regaderazo y poder despertar.  El déficit de horas de descanso, generalmente me atonta, así que un poco de agua fría hizo que la sangre irrigara mi cerebro y le dijera que era hora de empezar a trabajar.  El taxi llegó puntualmente a las 4.30 AM, así que inmediatamente subí mi maleta, un poco pesada de tanto libro que me regalaron y cruzamos la ciudad, la cual aún dormía.  Las luces comulgando con la noche dibujaban bien el trazo urbano de esta, la segunda ciudad más grande de Colombia.

Valle coronado. Medellín está ubicada en el centro de una corona de altas montañas, las cuales son como una tiara de esmeraldas, porque todo es verde por las frecuentes lluvias.  Aproveché la oportunidad del viaje matutino, como de 45 kilómetros, para mirar la ciudad nocturna, subimos las colinas y salimos del hoyo urbano, para entrar a una especie de altiplano.  Entre las cosas que admiré fueron los mantos de luces que cubren las colinas, inclusive en partes muy altas, donde la gente parece vivir en forma empinada.  Justo allá en una de esas alturas, se levanta un portentoso complejo arquitectónico, el Parque Biblioteca Santo Domingo, que se distingue desde este otro lado de la cordillera.  La construcción sobresale enormemente entre las casas chaparras que tapizan las faldas de los cerros.  La forma de la biblioteca es como las de unas rocas, de color rojizo, es decir como si fueran tres grandes bloques cafés, donde la biblioteca pública es el servicio ancla, complementada con espacios para otras funciones sociales, como clases de ejercicios aeróbicos , música, y otras actividades de desarrollo humano para la comunidad.  Medellín ha cambiado mucho en los últimos años, especialmente en bibliotecas, las cuales ha construido con mucha calidad y de enormes proporciones en áreas o colonias carentes de servicios públicos.  Actualmente tiene cuatro de estos llamados “Parque Biblioteca” y están en proyecto otros más.  El financiamiento gubernamental al parecer ha sido complementado con donativos de gobiernos como España, para el caso del complejo Santo Domingo, recientemente inaugurado por los reyes de dicho país; así como por el gobierno japonés, en el caso del Parque Biblioteca Los Belenes.

Evento bibliotecológico. El congreso al que asistí, organizado por la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia, se realizó en esta última biblioteca.  Al entrar al complejo de un solo piso, la fachada es de azulejo blanco gris, en concreto desnudo, y al entrar aprecia uno más la sencillez, pero con buenos materiales (madera, alfombras, etc.) en los interiores, la cual da un aire a la arquitectura japonesa.  En el centro hay un gran patio de loseta verde oscuro cubierta con un delgado manto de agua, a su alrededor están diversas salas de la biblioteca, aulas para clases, cafetería y el auditorio,  El espejo de agua da una sensación de relajación, en él se refleja la actividad de su rededor.  En diversas partes había paraguas del agua, como si estuvieran tirados con desdén.  Los altos cielos de los techos son de madera soportados por vigas de madera, que le dan un toque cálido.  Todo parece funcionar con eficiencia.  La limpieza se respira y se mira.  Esto se logra porque los complejos bibliotecarios pertenecen al municipio, pero la administración de las mismas la manejan cajas de compensación, en el caso de esta, COMFENALCO, que a su vez, vale la pena mencionar, maneja su propia red de bibliotecas públicas.  Las cajas de compensación son cooperativas creadas con aportaciones de las empresas a nombre de los trabajadores para cuestiones de pensión y servicios de seguridad social.  La figura jurídica es sin fines de lucro, pero manejada con el rigor y la disciplina de una empresa.  El esquema prueba ser un éxito, ya que un organismo obrero-patronal sin fines de lucro es contratado por la municipalidad para administrar las bibliotecas, lo cual redunda en gran eficiencia.  El personal, por lo tanto, está bien seleccionado y es trabajador, amable y capaz.  Al entrar uno a las bibliotecas, parece que se encuentra en un banco por la limpieza y eficiencia.

El gran Botero. Medellín es también la tierra de las arepas, bueno como el resto de Colombia; y es también la ciudad donde la obesidad y el sobrepeso tienen un alto reconocimiento artístico, es la urbe donde nació Botero, ese escultor y pintor que crea esculturas de figuras humanas gordas.  Tuve la oportunidad de visitar la Plaza Botero en el centro de la Ciudad de Medellín, un espacio con 23 esculturas entre palmeras y cientos de peatones que cruzan la plaza.  Todas las esculturas son de metal en un color gris oscuro, y son todas odas al cuerpo humano de grandes proporciones y muchos kilos, que para la terminología médica y nutricional estaría en la obesidad.  Muchas de las esculturas son desnudos femeninos y masculinos en diversas posturas, desde las angelicales hasta las eróticas.  Entré al Museo de Antioquia, justo frente a la plaza mencionada, donde todo el tercer piso del museo está dedicado a su obra escultórica, aunque en estos espacios cerrados se exhiben principalmente pinturas, donde de nuevo los devaneos corporales son un reconocimiento a los cuerpos con sobrepeso de nuestra sociedad contemporánea.  Botero inclusive se atreve a pintar en forma obesa a los toreros, que emblemáticamente son esbeltos, así como la figura de cristo, que creo es la primera vez que lo miré con sobrepeso, así como pinturas de otros pintores como Cézanne.  Su estilo le ha dado gran reconocimiento y fama en el mundo, y es el artista contemporáneo de mayor prestigio de tierras colombianas.

Museo de Antioquia. Como parte del espacio dedicado a Botero, están varias obras de pintores de otras latitudes que las donaron al museo, muchos de los autores son de bastante reconocimiento, entre ellos Rufino Tamayo y Max Ernst.  Otra visita en el centro de Medellín fue a la gran Biblioteca de las Empresas Públicas de Medellín, un corporativo que pertenece al gobierno, pero que se administra independientemente.  La biblioteca está ubicada frente a la Plaza de las Luces, que está cubierta de arbotantes completamente verticales de figura geométrica y de color blanco, que dan la impresión de un lugar desolado, quizá de pilares que quedaron sin techo.  La biblioteca tiene más o menos la figura de una pirámide y tiene más de quince mil metros cuadrados, con decoración en madera tropical oscura, alfombras en tonos verdes, en una estructura de grandes ventanales y formas piramidales inclusive en su piso principal de lectura, donde parece que los lectores están sentados en una gradería.  La distribución en cierta medida evoca la arquitectura de la Biblioteca Nacional de Quebec, que tiene también áreas de estudio en forma de la gradería de un cine.  El ambiente decorativo es el de una oficina, colores formales y luces generales un poco tenues, que son auxiliadas por lámparas individuales en las mesas y lugares de estudio.  La especialidad de la biblioteca son los giros de las empresas que la financian: energía, gas, agua y telecomunicaciones.  La colección cubre desde materiales infantiles en su área para menores, hasta material de alta especialización.  Esta biblioteca tiene una función de servicio público, aparte de cumplir la de una especializada.  Tiene una gran sala infantil, una galería, cafetería y locales comerciales.  La biblioteca cumple, como los Parque Biblioteca, con la gran responsabilidad social de ofrecer espacios y servicios informativos a una comunidad de bajos recursos, ya que se encuentra en pleno centro, junto al mercado y las oficinas de la municipalidad; donde trabajadores, oficinistas, estudiantes e inclusive hijos de sexo-servidoras y familias del mercado se benefician de estas prestaciones.

Me despido. Como en otras ocasiones, regreso de Colombia con la satisfacción de haber disfrutado su cultura, su comida y sus progresos bibliotecarios.  La calidez y el trato respetuoso de su población que a todo mundo responden, “sí señor”, “no señora”, “señor diga” son clásicos en su conversación.  Su comida tiene el toque mexicano del maíz, aunque ellos las comen en forma de arepas, que son tortillas gordas, que comen solas o rellenas de guisos, al igual que las hechas de elote que tienen la misma forma de gorda.  Esta fue la séptima vez, creo, que estoy en Colombia, y la tercera vez que visito Medellín, pero cada vez entiendo y admiro más este pueblo.  Antes de poner el punto y aparte al escrito, les comento que he terminado el reporte sin prisa, ya que el vuelo está retrasado, porque le están cambiando una llanta al avión de Avianca, la aerolínea colombiana por la que volaré de regreso.