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Atrás se queda Gotemburgo, ciudad de cielos nublados, de días de lluvia mezclados con sol y noches de verano largas y días de clima fresco. Vine a esta, la segunda urbe más grande de Suecia, a atender el Congreso Mundial de Bibliotecas e Información de IFLA. Estuve un total de 10 días y es increíble que en tan poco tiempo uno le tome afecto al lugar. Anoche al transitar por última vez en los dos trolebuses que debía tomar para llegar a mi casa de huéspedes, que parecía estar casi llegando a Dinamarca, por lo retirado de la misma, miré con nostalgia los lugares que recorrí diariamente, a veces con la presión del tiempo y en otras con tranquilidad. Miré sus edificios excepcionalmente bonitos de arquitectura barroca, especialmente las iglesias con torres rematadas con láminas de cobre, y los edificios simples y rectangulares de departamentos, donde vive la mayoría de la población en la periferia de la ciudad. Invariablemente en todos los suburbios hay árboles, plantas y detalles de escultura. En mi camino diario había como tres cementerios, uno de ellos muy bonito, con setos afrancesados, cortados con cuidado y con begonias en cada lápida.
Cruzaba un par de canales, hay algunos en la ciudad, por los que transitan algunos botes, así mismo bordeaba el mar, donde miraba los grandes ferries que cruzan el Mar del Norte. A lo largo de las avenidas que cruzaba, había parques, bares y tiendas de todo tipo y mientras más me alejaba del centro había más construcciones habitacionales. El lugar donde estaba mi casa de huéspedes, una casa que rentaba cuatro habitaciones, era una zona residencial con casas de dos pisos con sótano y ático, que les añade más espacio, con techos caídos de varias aguas. Cada casa estaba separada por hileras de árboles y vegetación, lo cual daba la impresión de que estaban circundadas por pequeños bosques. Desde la enorme ventana de mi cuarto, en el segundo piso, tenía una buena vista de casas, la de más enfrente con varios manzanos ya cargados de fruta.
El congreso de IFLA fue en el Svénska Massän, en pleno centro de Gotemburgo, un lugar moderno y funcional, con grandes marquesinas anunciando el congreso. Mis reuniones comenzaron el lunes con una del Comité Ejecutivo, que incluye a la presidenta, vicepresidenta, la tesorera y dos miembros de la junta de gobierno, entre ellos yo. En este se toman decisiones a nombre de toda la Federación. El lunes tuve la reunión, todo el día de 9:00 a 17:00 horas de la Junta de Gobierno, esa noche nos ofrecieron una cena el comité organizador nacional y la Universidad de Gotemburgo en una residencia, tipo villa italiana, a las afueras de la ciudad, en un pequeño pueblo con un bonito lago rodeado de bosques. La cena fue excelente, aunque para mí no tanto ya que era con base en carne de venado, y la crema era con base en leche, así que me dieron papas con verduras, pero bien presentadas en el plato, seguido de un postre de frutas, entre ellas frambuesas.
El martes lo dediqué a atender las largas reuniones de ALP y de los Comités Permanentes de las secciones de Administración de Asociaciones de Bibliotecarios, Alfabetización Informativa, así como el Caucus de las tres divisiones regionales y el Hispano, con esto agoté el día desde las 8:30 hasta las 19:00 horas. Inmediatamente después me fui a la recepción que ofrece IFLA a todos los miembros que son parte de sus unidades, secciones, divisiones y personal. Nos llevaron primero en autobús al muelle para tomar un barco y cruzar la bahía, y llegar al restaurante, un almacén/fábrica convertido en restaurante y museo. La cena fue buena, tipo buffet, donde había opciones principalmente de pescado, entre ellos salmón. Esa noche llegué bastante tarde al hotel, del cual me tomaba unos 50 minutos llegar al centro de convenciones.
Al día siguiente inició el congreso, con una bonita inauguración con música de ABBA, que hizo que el público se levantará a bailar a la primera invitación del grupo musical, que vestía ropas llamativas estilo Elvis Presley/ABBA. El resto del evento fue de correr de una sesión a otra, escuchar a uno de los ponentes magistrales, ver la exposición comercial. Estuve en reuniones y sesiones profesionales una tras otra, que de domingo a viernes no pude salir por mi cuenta fuera del centro del congreso, fue hasta el sábado y domingo siguientes que me tomé unas horas para ir al centro y tomar algunas fotos.
El congreso tuvo innovaciones, entre ellas la comunicación a través de redes sociales, a través de los mensajes por medio de Facebook, Twitter y Blogs de los propios participantes. Participé activamente en las mañanas y en las noches, cuando mandaba mis mensajes de mis impresiones del evento. Otro elemento nuevo fue la entrega de 350 coronas suecas (50 dólares) en vales para restaurantes y supermercados, lo que sustituyó la noche cultural, ya que la ciudad celebraba su noche cultural, con múltiples conciertos, espectáculos y entrada libre a museos. El domingo, cerrando un círculo de ocho días, concluyó el congreso en el que participaron más de 3,300 personas, que atendieron 159 ponencias, demostraciones, talleres y foros, aparte de los múltiples talleres satélites y reuniones de trabajo de las cerca de 50 secciones de IFLA.
El congreso cerró con la lamentable noticia, aunque se hizo pública hasta el día siguiente, del fallecimiento del Secretario General de CILIP, la asociación de bibliotecarios de Gran Bretaña, Bob Mckee, quien al parecer tuvo un infarto en su habitación el viernes por la tarde. Bob fue un gran participante del desarrollo de IFLA, fue miembro de FAIFE, de la Junta de Gobierno, entre otros puestos. Él será recordado por su excelente carácter jovial, bromista y de rápido pensamiento. Estar junto a él era disfrutar de una charla amena y positiva. Siempre dispuesto a resolver los retos que se presentaran usando su larga experiencia como dirigente de una de las asociaciones de bibliotecarios más importantes del mundo.
Esta mañana me despedí de Gotemburgo, la ciudad dormía todavía, ya que eran las cuatro treinta de la mañana cuando cruzaba la urbe en el taxi rumbo al aeropuerto y como se imaginarán me levanté una hora antes, a las 3:30 horas, lo hice con desgano, porque deseaba dormir más, pero no tenía alternativa, el vuelo salía temprano con paradas en Ámsterdam, Chicago y Ciudad de México, para luego llegar a Veracruz. Regreso contento, fue un congreso cansado, pero de muchos contactos y aprendizajes de lo que hacen mis colegas en distintas partes del mundo. Fue un encuentro donde anuncié mi interés en ser candidato a la presidencia de la Federación (IFLA), en la cual nunca ha habido un presidente hispano-parlante.