Nueva Zelanda, Wellington – Verde Kiwi

noviembre 24th, 2010 by Jesus Lau

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Fotos disponibles en Flickr

Hay un fresco aire nórdico,  un paisaje verde canadiense y un hablar anglosajón en este país del extremo sur del planeta: Nueva Zelandia, que lo hace sentir a uno cómodo.  Por ejemplo, creo que es la primera vez, quizá en dos décadas, que no pase ningún filtro de seguridad para abordar mi avión de la capital, Wellington, a Dunedin, lugar donde sería el congreso de la Asociación de Bibliotecarios de Nueva Zelanda (LIANZA).  Verdaderamente increíble en esta época  en que casi hay que desnudarse para pasar los filtros de seguridad, como consecuencia del 11 de septiembre, cuando iniciaron medidas extremas de revisión.  Este  país insular, es uno de las más al sur del planeta en el largo y ancho Océano Pacífico Sur.  Venir a este país, significa que uno tiene verdaderamente la intención de visitarlo, porque después de él, no hay mucho a dónde ir.   Su vecino más cercano es Australia, pero dista a cerca de tres mil kilómetros, o sea unas tres horas de vuelo, luego tiene otros vecinos distantes, como las Islas Cook, Fiyi, Samoa, entre otros que para la mayoría de los habitantes del hemisferio norte, no se conocen.  Los neozelandeses, se hacen llamar Kiwis, su emblemática fruta y nombre de un pájaro étnico de esta isla.  Tiene cuatro millones de habitantes y la estratosférica suma de 44 millones de ovejas, me imagino que el mayor ganadero de borregos en el mundo.

DSC08149Llegué a Auckland, la urbe más grande, con un millón de habitantes, o sea 25% de la población total del país, en una mañana nublada con llovizna ligera, muy suave que parecía brisa.  Pasé inmigración en forma rápida, así como aduana, para luego tratar de conectar mi vuelo, pero lamentablemente perdí la conexión ya que el vuelo había salido retrasado de Los Angeles y de pilón la banda para bajar las maletas se descompuso, así que tuve que tomar un segundo vuelo que salía más tarde.  Al llegar a Wellington, la capital, me esperaba Winston Roberts, un viejo conocido de IFLA, que conocí por primera vez en Moscú hace 20 años, durante el famoso y ya histórico golpe de estado de Gorbachov, que determinó la caída de la otrora poderosa Unión Soviética (URSS).   Me llevó a dar una vuelta por la ciudad, subiendo principalmente a una colina desde donde se dominaba la bahía y la zona financiera, con una gran vista, a pesar de lo nublado y un aire frío que se colaba por la ropa.   Luego me llevó al hotel de arquitectura victoriana ubicado en la avenida Cuba, una zona céntrica, llena de cafés, restaurantes de comida de diferentes nacionalidades y tiendas de productos de cultura alterna, por ejemplo ropa usada, talleres de tatuaje, etc.

DSC08073Después del registro en el hotel, fuimos a comer a un restaurante ubicado frente al parlamento y la biblioteca del mismo, ambos con bonitos edificios, uno de corte neo-clásico de mármol gris y la otra con arquitectura gótica tardía, que fue recientemente renovada, así que lucía como una gran residencia europea.  El restaurante estaba adornado con bustos satíricos de los principales políticos de Nueva Zelanda, tales como primeros ministros, líderes del parlamento.  Ordené un “Fish and Chips”, hacía años que no lo comía.  Winston me regresó al hotel, dormí media hora porque el cansancio del largo vuelo y esperas en aeropuertos había sido de 34 horas, y ahora estaba 19 horas delante de mi tiempo en Veracruz.   Luego regresó, y me llevó a su casa, en un poblado cercano a Wellington, recorriendo el borde de la bahía.  Visitar su casa, tipo chalet suizo de madera, fue una agradable experiencia porque está ubicada en un bosquecillo con una bonita vista de colinas, árboles y los bordes de las colinas con ovejas pastando, inclusive en una de las granjas, la más cercana, tenía llamas.

El día siguiente, lunes, tuve una agenda bastante ocupada.  Tuve la cita a las 8:30 de la mañana, iniciando con una ceremonia Maori, donde fuimos recibidos, el agregado cultural de la Embajada de México y una traductora, en la puerta por una representante de dicho grupo indígena, entramos al vestíbulo, guiándonos al auditorio, donde dieron un discurso alusivo a la visita en Maori, más una canción, como de bienvenida, que fue respondido por el representante diplomático mexicano, y luego cantamos unas líneas de Cielito Lindo, para luego hacer el saludo de rozamiento de nariz con todo el grupo maori.   Ese día realicé tres presentaciones, la primera  fue sobre IFLA en la Biblioteca Nacional, en unas oficinas que tiene rentadas, ya que el edificio central esté siendo renovado con una gran inversión.   La segunda, sobre redes de cómputo en la Universidad Veracruzana, México y Latinoamérica, fue en las instalaciones de la Red de Cómputo Nacional de NZ (KAREN).  La tercera fue sobre competencias para siglo XXI de nuevo en la biblioteca nacional.  En el inter de la segunda, fui llevado a comer a un restaurante cercano con funcionarios de esta institución.

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En la tarde – noche del lunes, ya que en esta parte austral anochece tarde me invitaron un grupo de bibliotecarios, miembros de IFLA y colegas de Twitter, a cenar en un bonito restaurante justo en la bahía, con una gran vista del puerto y los suburbios de casas de madera  en las distintas colinas.  Llegada la noche, caminamos un poco, y recorrimos por el exterior la biblioteca pública de Wellington, con una moderna arquitectura rematada con unas columnas estilo palmeras, o helechos que son símbolos nacionales.

El martes, tuve otra presentación, esta vez sobre el curso de licenciatura en línea “Competencias informativas para el aprendizaje”  en la Biblioteca Nacional.  La tarde de ese día la tuve libre, y afortunadamente era un día de sol, así que salí a caminar en el centro y luego me fui a recorrer el museo Te Papa, un moderno y grande recinto junto al puerto.  A las 18:00 horas fui invitado a cenar por Penny Carnaby, la saliente directora de la Biblioteca Nacional en un restaurante francés cercano al hotel.  Tuvimos una larga y amena charla sobre su trabajo en dicha institución y sus planes de jubilación en una granja cercana a la ciudad de Christchurch.  Me impresionó su positiva personalidad, y su gran labor profesional, una de ellas, la más impactante, fue el proyecto Digital New Zealand, para preservar información Web y materiales impresos en formato digital, con un súper presupuesto de 24 millones de dólares neozelandeses, amén de otras iniciativas, ya que la BN realmente juega el papel de timón nacional del país en materia de servicios bibliotecarios y de información.

DSC08291El miércoles, me tuve que levantar temprano, a las 6:30 para tomar un taxi al aeropuerto a las 7:30, y tomar mi vuelo a Dunedin a las 9:00 horas.  El empleado de New Zealand Air me recomendó que me sentara junto a una ventanilla del lado izquierdo, para que mirara las montañas, tomé su consejo y fue una verdadera delicia visual recrear mi pupila mirando las cordilleras nevadas, con pequeños valles y el bordeo que hacía el avión a lo largo del mar.  La visita a la capital neozelandesa terminaba como una rica experiencia profesional de conocer a los líderes bibliotecarios de este eficiente y desarrollado país.  La experiencia, en general, fue grata en Wellington, una capital joven, moderna, pequeña, llena de colinas y vistas marinas impresionantes.  Ahora iniciaba la segunda etapa del viaje en Dunedin, que la describo en otro reporte independiente.