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A unas decenas de kilómetros de México, San Diego se erige como una ciudad porteña de grandes recursos, los cuales se admiran más junto a la bahía. Es una urbe rica, como la mayoría, si no es que todas, las del estado de California, aunque en estos dos años está pasando por una crisis económica mayor que la de otras entidades de Estados Unidos. Me hospedé, en habitación compartida con dos colegas de El Paso, Texas, en el barrio denominado Gaslamp, me imagino que otrora tuviera luminarias públicas de gas. El hotel, un Westin, está en la plaza comercial Horton, muy bien ubicado, ya que cuenta con muchas tiendas, entre ellas la de Macy y Nosdstrom como anclas. Junto, en el vecindario, hay bastante movimiento en la noche, por la cantidad de bares, y restaurantes, que lo hace popular entre la gente joven.
Congreso ALA Midwinter. Vine al congreso Midwinter de la American Library Association, un congreso que reúne unas 5,000 personas, para tener principalmente reuniones administrativas y capacitación de los distintos comités que integran ésta, la mayor asociación del ramo del mundo, y complementariamente tiene un programa de ponencias, a diferencia del verano, cuando lo segundo es lo más importante.
Reuniones sabatinas. Llegué el viernes en la noche, después de un viaje que me tomó más de doce horas, ya que tuve que salir de Veracruz a México, luego a Phoenix y finalmente a San Diego. En las mañanas, me dediqué a trabajar en un artículo/reporte de UNESCO, y ya después de medio día asistí a las reuniones. El sábado participé en la reunión del Consejo Asesor de Usuarios de Swets, la cual fue bastante educativa sobre la oferta de libros electrónicos, los cuales transformarán la forma en que operan las bibliotecas. Después de la reunión, se nos ofreció una cena en el mismo lugar, el hotel Hyatt, un enorme complejo de habitaciones frente al mar. Caminar por el espacioso vestíbulo de enorme altura, quizá tres pisos, adornado con madera y grandes candelabros, macetones, cuatros, y elaboradas lámparas me hacía sentir que caminaba por un palacio. Mirar esta construcción de grandes proporciones era una de las mejores señas de que estaba en Estados Unidos, un mundo único por su riqueza acumulada, la Roma contemporánea. El restaurante estaba a la orilla de la bahía, la especialidad era de mariscos, y la empresa anfitriona se portó generosa en las entradas y en la elección del menú, que incluyó bísquet de calamar, patas de cangrejo y ostiones, seguidos por elecciones individuales, en mi caso tres bistecs de filete de pescado, seguidos de un postre de mouse de limón y de bebida jugo de Cranberry. Con todo esto, no podía quejarme de este mundo, al menos en esos momentos.
Arquitectura hotelera. Al día siguiente, domingo, trabajé de nuevo en el cuarto del hotel, aunque como en el día anterior inicié la mañana yendo al gimnasio, para borrar la huella del postre de la noche anterior. Después del medio día me fui a atender la reunión de la Fundación Trejo Foster, donde presenté a nombre del colega mexicano, Javier Tarango, la propuesta del Instituto Trejo Foster que tendrá lugar en octubre del año siguiente, 2012, bajo los auspicios de la Universidad de Chihuahua. La junta, esta vez, tuvo lugar en el hotel Hilton, el más nuevo de la zona, de enorme proporción con cientos de cuartos, que lo hace, como los demás, ser de la dimensión de un pueblo. La arquitectura es moderna, minimalista con esculturas iluminadas en sus jardines y muchos acentos decorativos metálicos modernistas de color claro. La vista desde el elegante Salón de Juntas Zafiro era increíble. El enorme ventanal dominaba la vista de los curveados ventanales del centro de convenciones, y en el fondo los gigantes hoteles Hyatt, Marriott y otros rascacielos, delineados por el mar y un parque integrado por unas isletas rasuradas como verdes campos de golf.
Representando a AMBAC. El lunes, volví a trabajar en el documento de UNESCO, para regresar al centro de convenciones después de medio día y visitar en forma rápida la exposición comercial, la que siempre fue enorme y con grandes puestos de exhibición de las también grandes empresas. Luego me fui a atender la reunión del Comité de Relaciones Internacionales de ALA, donde saludé a conocidos y escuché algunos reportes importantes sobre derechos de autor y le Organización Mundial de Propiedad Intelectual, así como sobre protección de manifestaciones culturales de pueblos indígenas y el reporte del subcomité de las Américas, que realiza varias actividades, varias de ellas relacionadas con México, como la donación de libros infantiles e intercambio de personal.
Caminata por la bahía. Al terminar la junta, ya el congreso estaba por terminar, me salí a caminar por el parque de la bahía que bordea los grandes hoteles descritos. El aire frío de la tarde no menguaba el atractivo de la asoleada tarde, caminé admirando el pasar de los barcos y los yates, así como la de los agitados troteadores, junto con otros turistas que deambulábamos admirando la naturaleza marina y la bonita arquitectura de los rascacielos. Recorrí una la villa comercial, denominada Fishing Village, de construcción pueblerina de madera, que albergaba distintos puestos de productos para turistas. Tomé algunas fotos del atardecer y terminé la larga caminata en el USS Midway Aircraft Carrier, un gigantesco porta aviones, que sirve de museo, donde en sus alrededores hay algunas esculturas, entre ellas las del famoso comediante americano Bob Hope y otra de una pareja de más de siete metros de altura (Unconditional Surrender» de J. Seward Johnson), tomado de la famosa fotografía del beso de un marino a una enfermera, donde ella se deja caer en los brazos, mientras sellan su euforia de verse de nuevo al terminar la segunda guerra mundial, tomado de foto de Alfred Eisenstaedt tomada en Times Square, la Ciudad de Nueva York en 1945.
Conclusiones. Esa tarde lunera fue la última en San Diego, cuando cayó la noche, el clima enfrió, y me regresé a cenar en la plaza, en el área de comida rápida, degustando comida mongol, parecida a la china, pero cocinada en un enorme comal, donde el cocinero, camina alrededor del fogón, moviendo la verdura y las carnes, o lo que uno haya escogido. Luego recogí la maleta en el hotel Westin, ya que mis dos colegas paseños, se había regresado esa tarde y había decidido cambiarme a un Motel 6, para pagar un tercio del hotel de lujo. Ya no salí esa noche, porque me puse a revisar mi buzón electrónico y tratar de contestar algunos de los casi trescientos mensajes que tenía esperando. El martes me levanté muy temprano, a las cuatro de la mañana, para tomar el taxi a las cinco y abordar el avión a las 6:30 a Phoenix y luego a la Ciudad de México, para tomar otro esa tarde a Veracruz, llegado a las siete PM. En conclusión, el viaje fue bueno, con menos actividad congresistica de la que hago normalmente, porque tenía y debía terminar el documento de UNESCO, el cual logré concluir. Tampoco tuve mucho tiempo de hacer alguna visita cultural a un museo, pero la caminata de la última tarde me dejó el sabor visual de la belleza de la bahía de San Diego, donde se conjuga la mano del hombre y milenaria naturaleza californiana.