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Son las 7:05 de la mañana, acabo de despertar después de dormir una corta noche, de menos de cinco horas, ya que concilié el sueño como a las 2:30 de la mañana. En esas horas, cambiaba de postura en el camastro angosto, en el que me tiré, el cual era además medio reclinado, que para disminuir tal desproporción, puse mi mochila en los pies, para que éstos tuvieran más o menos la misma altura. Me acosté con toda la ropa, así que en mis sueños, despertaba porque los remaches del pantalón de mezclilla me molestaban cuando estaba sobre ellos. A ratos hasta mi propio cuerpo me estorbaba, ya que la pierna que estaba debajo de la otra, o los brazos sobre el tronco, me molestaban y tenía que cambiar de posición. Oía un poco de ruido, así que me levanté y me puse unos tapones en las orejas, para mitigar la sinfonía del exterior. Mi compañera del lado, una dama que no conozco, justo a unos 20 centímetros de mi, parece que durmió mejor, o quizá menos, ya que sigue dormida. Fue buena compañera, no hizo ruido, no se levantó, ni roncó toda la noche. Me puse un rompevientos encima porque tenía un poco de frío, pero al rato, ya sentía un poco de calor, así que me lo quité y sólo me eché la brazada azul-blanco que me prestaron.